ARTÍCULO

De una orilla a otra. Adaptación de una novela al cine.

Por - MARTIN SOLARES

OCTUBRE 10, 2021

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Como saben mis amigos, durante diez años trabajé secreta y obsesivamente en mi primera novela, que siempre es la más difícil. Frank Goldman me dijo que disfrutara ese momento, porque la vida a menudo cambia radicalmente tan pronto como se publica el libro, y tenía razón. Menos de un mes después de la publicación de The Black Minutes, mi editor me dijo que el director Mario Muñoz quería adaptarlo a una película. Mario me invitó a ver su ópera prima, Bajo la sal, que aún estaba en postproducción, y aunque la copia no tenía los efectos especiales ni el sonido final, me fascinó por las mismas razones que han hecho de esa película un objeto de culto. para los amantes del género: partiendo de una historia singular, Mario convirtió el paisaje en un personaje poético y perturbador, y llevó a sus actores a un alto nivel de excelencia a través de una historia que exhibe un profundo conocimiento de los desafíos y posibilidades del cine negro. . Le dije que podía quedarse con mi novela si pensaba hacer lo mismo con ella.

Escribimos el guión a cuatro manos durante cinco años. Probamos de todo. Trabajábamos por las tardes, noches y fines de semana, y nos tomábamos un tiempo libre de nuestros otros trabajos; Dejé de contar cuando llegamos a las setenta versiones. Nos encontrábamos en mi estudio por la noche, cuando terminaba de escribir mis novelas y editar otras, y Mario venía de los ensayos de una obra de teatro, de hacer un cortometraje o de trabajar en su empresa. Gracias al director Ernesto Contreras fuimos invitados al legendario taller de Sundance, donde contamos con los consejos de Laura Esquivel, Beatriz Novaro, Jeremy Pikser y Zachary Sklar. Laura Esquivel, quien lo leyó, nos dio un consejo invaluable: "Recuerden que el arte siempre debe ofrecer una ventana al espectador". Con esas palabras en mente, volvimos a trabajar un año y medio en mejorar la ventana, hasta que el resultado nos hizo sonreír.

Para mí, trabajar en ese guión fue el equivalente a trabajar en un laboratorio. Acepté escribir el guión a cuatro manos con Mario porque quería saber dónde está la frontera entre la literatura y el cine. Quería descubrir los desafíos que entraña reescribir una historia que ya existía en un segundo lenguaje artístico, o en otras palabras: averiguar qué es lo que solo la literatura o el cine pueden acceder, cada uno en su respectivo idioma.

Al contrario de lo que esperan los más fieles seguidores de un libro, adaptar una novela al cine no equivale a traducir cada evento en imágenes exactamente como sucedió en la novela latido a latido, y mucho menos reemplazar unas palabras por otras, como sucedería. en una traducción. Para mí es un trabajo que se debe realizar en cuatro etapas: 1. Conocer el trabajo en profundidad, incluso en sus más mínimos detalles, reflexionar sobre sus secretos y descubrir qué papel juega cada elemento. 2. Hacer una lista con los mejores momentos, diálogos y personajes de la historia: aquellos que nos gustaría ver en la versión cinematográfica. 3. Olvídese de la forma de la narrativa original y descubra qué es lo mejor para una historia cinematográfica, que pasará ante nuestros ojos a su propia velocidad única. 4. Estar dispuesto a reescribir lo que más nos gusta siempre que sea posible reemplazarlo con algo mejor: con eso en mente, recorte y retoque hasta que el guión pueda ser financiado por un productor que comprenda la naturaleza y el alcance del proyecto.

Aprendí muy temprano que una buena adaptación debe crear su propio ritmo, y que vale la pena correr el riesgo de crear algo diferente al punto de partida, porque si el escritor hizo bien su trabajo, la novela ya existe y nada la cambiará: son los realizadores los que ahora tienen que aceptar el desafío y captar el aroma de la historia original. Pero cuando se trata de cine, siempre hay otro escritor muy importante: la suerte. Cuando pensamos que el guión había superado todas las dificultades, la relación de Mario con su productor se vino abajo. El dinero se redujo a la mitad y Mario me llamó para preguntarme cómo podíamos sacar media hora del guión, porque no tenía presupuesto para producirlo en su totalidad. Estaba pasando por complicaciones familiares y laborales, por lo que no podía involucrarme en esta etapa, así que me limité a sugerir: "Quedémonos con la historia central, la que ocurre en los años setenta". Mario llegó a la misma conclusión y escribió un final diferente al de la novela, pero acorde con el perfil de los personajes y la historia: estoy seguro de que a los lectores de mi libro les gustará. Más tarde, cuando me invitaron a ver una de las primeras ediciones, incluso sin los efectos especiales ni el sonido final (que ya se está convirtiendo en una tradición entre nosotros), el resultado me pareció fascinante. Todos los actores deslumbran: Sofía Espinosa es como un huracán en esta historia, pero el trabajo que hicieron Leonardo Ortizgris, Krystian Ferrer, Carlos Aragón y Enrique Arreola para dar vida a Rangel, el Macetón, el Travolta y Romero dejará a cualquiera sin palabras, y incluso los actores que solo aparecen en unas pocas escenas decisivas en pantalla nos hacen sentir que el mundo gira en torno a ellos: Tiaré Scanda, Waldo Facco, Mauricio Isaac. Y chico, soy exigente.

La recreación de los años setenta en el Golfo de México es espectacular: el vestuario, los vehículos y el mobiliario reviven uno de los momentos más oscuros de la historia de nuestro país. El cine es un sueño que presenciamos con los ojos abiertos y Mario logró un sueño deslumbrante, lleno de color y magia, que nos traslada a un universo paralelo desde la primera imagen. Se pregunta cómo es la justicia en los confines del mundo civilizado, qué debe hacer un policía que vive en la selva y se ve obligado a investigar a un depredador que ataca a las personas más indefensas de la ciudad; y por supuesto, qué tan confiable es la justicia en nuestro país y por qué parece un sueño inalcanzable. El resultado es exquisito. Si quieres recordar qué es el gran arte, ve a ver esta película, que parece un sueño intenso, a veces divertido pero siempre inquietante, como la búsqueda de la justicia.

Y llegué a otra conclusión: el límite entre literatura y cine está tan lejos o tan cerca como queremos poner el límite. Algunos lo dejan fuera de la ecuación mientras que otros lo ponen en el centro en todo momento, para que sea como esas olas que llegan a la costa y reviven la arena. Espero que los lectores de Los Minutos Negros y los espectadores de Bajo la Sal disfruten de esta película tanto como quienes la trabajamos con todo nuestro corazón.